Anoche me invitó Paola a ir a ver el espectáculo de los comediantes que vinieron al Festival de Octubre del que ya he hablado. Yadi me hizo favor de pasar por mí y nos lanzamos. Estuvo divertido aunque la última parte resultó bastante acartonada debido a que los chistes ya eran viejos.
Pero creo que la energía de la risa me dejó con mucha chispa y se me fue el sueño. No tenía ganas de ver tele ni de leer de manera que me puse a experimentar con mis pinceles, que hace rato que están abandonados.
Como siempre, me "metí" al cuadro. Poco a poco sus caminos me fueron atrapando, fui entendiendo el dictado de los colores, los cambios, qué quitar y qué poner... y en ésas anduve hasta que noté que temblaba: hacía frío. Cerré la ventana del estudio y seguí otro rato. Pero el frío no se me quitó y pensé que quizá era hora de terminar. Comencé la tarea más ardua: limpiar y guardar. Gradualmente me voy despegando del cuadro,, voy entrando a la otra realidad, la que indica que hace frío y que debe ser un poco tarde, la que me alerta con los ruidos de mi estómago acerca de que no he probado bocado... y cuando terminé y puse otra cobija en mi cama, vi la hora y quedé verdaderamente atónita: casi eran las cinco de la mañana.
¿Cómo pude no darme cuenta del transcurso del tiempo? Por estar fascinada, claro está. Y no es que haga cosas extraordinarias, que la obra sea gran cosa, no.
Es que resulta delicioso perderse entre los matices, las dudas, los avances de la creación recorriendo e lienzo o el papel pincel en mano, hacer las mezclas -batidillos, las llamo- terminar manchada hasta las cejas ¡pero feliz!
Así que este día, que comenzó a las nueve de la mañana para mí, he andado como sonámbula por las horas, las calles y las conversaciones que no por eso dejaron de ser interesantes y atractivas.
Merino quizá me vio más lenta que de costumbre pues debía esforzarme para encontrar las palabras o para recordarlas al platicar con él sobre nuestro eterno tema de las artes plásticas o la litertura... ni siquiera el café que me invitó sirvió para acelerar las revoluciones de mi cerebro...
Pero en fin, ya es noche otra vez así que voy a disfrutar del sueño...por lo pronto, y al no haber más a la mano, en brazos de Morfeo, ni modo...
Pero creo que la energía de la risa me dejó con mucha chispa y se me fue el sueño. No tenía ganas de ver tele ni de leer de manera que me puse a experimentar con mis pinceles, que hace rato que están abandonados.
Como siempre, me "metí" al cuadro. Poco a poco sus caminos me fueron atrapando, fui entendiendo el dictado de los colores, los cambios, qué quitar y qué poner... y en ésas anduve hasta que noté que temblaba: hacía frío. Cerré la ventana del estudio y seguí otro rato. Pero el frío no se me quitó y pensé que quizá era hora de terminar. Comencé la tarea más ardua: limpiar y guardar. Gradualmente me voy despegando del cuadro,, voy entrando a la otra realidad, la que indica que hace frío y que debe ser un poco tarde, la que me alerta con los ruidos de mi estómago acerca de que no he probado bocado... y cuando terminé y puse otra cobija en mi cama, vi la hora y quedé verdaderamente atónita: casi eran las cinco de la mañana.
¿Cómo pude no darme cuenta del transcurso del tiempo? Por estar fascinada, claro está. Y no es que haga cosas extraordinarias, que la obra sea gran cosa, no.
Es que resulta delicioso perderse entre los matices, las dudas, los avances de la creación recorriendo e lienzo o el papel pincel en mano, hacer las mezclas -batidillos, las llamo- terminar manchada hasta las cejas ¡pero feliz!
Así que este día, que comenzó a las nueve de la mañana para mí, he andado como sonámbula por las horas, las calles y las conversaciones que no por eso dejaron de ser interesantes y atractivas.
Merino quizá me vio más lenta que de costumbre pues debía esforzarme para encontrar las palabras o para recordarlas al platicar con él sobre nuestro eterno tema de las artes plásticas o la litertura... ni siquiera el café que me invitó sirvió para acelerar las revoluciones de mi cerebro...
Pero en fin, ya es noche otra vez así que voy a disfrutar del sueño...por lo pronto, y al no haber más a la mano, en brazos de Morfeo, ni modo...
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