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Mostrando entradas de octubre, 2009

Santanazo?

No estoy segura porque no me he enterado si lo que ocurre afuera con el clima es un viento de los que aquí denominan "Santana". pero el aire está helado y muy fuerte. Estuardo mi perro está desesperado porque lo descompone mucho el viento, no sé si le tiene miedo o le baja la presión como a mí o sencillamente nos sentimos enfermos... Dice Iris que ya se sienten los aires decembrinos pero con tanto sol a mí no me parece lo mismo. Lo que está clarísimo es que es un día plano. Anoche comimos pan de muerto delicioso. Edgar, Paola, Merino y yo no paramos hasta verle fin. No hice chocolate sino café pero la velada aunque breve estuvo deliciosa. Antier comimos con Merino, en la playa, y el cielo, el mar, la comida que hizo y la compañía estuvieron deliciosas. Pero cuando apenas terminábamos, llegó Luca preguntando qué hacer porque acababa de ver que atropellaron a una perra y pudo percatarse de que estaba viva, por eso fue por ayuda. Paola me dijo que la pusiéramos en una manta par

De parte de Silvia Delgado, este envío

Por Sonia Gómez Gómez Lean esto: parece inevitable el debate ¿están los literatos famosos libres de culpa? ¿se vale que un escritor como García Marquez diga que abandera los derechos humanos e incluso haga discursos para defender a las asesinadas de Juárez y luego gane millones con una novela que incita y exalta los valores contrarios a su discurso? !Vetemos todas a Gabriel García Marquez! Lydia Cacho Sábado 20 noviembre 2004 El Colombiano, octubre 27 de 2004 Mientras el país se da golpes de pecho, se rasga las vestiduras, se asombra y se pregunta por qué crecen las cifras de violencia sexual contra los menores de 14 años, especialmente contra las niñas, nuestro Nobel y sus editores se llenan los bolsillos de plata con la “Memoria de mis putas tristes” que recrea las aventuras de un anciano que empieza su relato contando cómo “el año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen... Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa clandestina que

Los amigos

Hace varios años que tengo un amigo de esos que todos quisieran tener. Es discreto y respetuoso aunque a veces resulte un poco gruñón. Tiene un corazón de melcocha, un humor casi ingenuo, un apetito infantil, pasión por su auto, entrega a su trabajo y por encima de todo, una generosidad a toda prueba. Esta mañana me avisó que descubrió un tesoro en las segundas, y pensó que yo debía tenerlo. Me contó de qué se trataba y no me sentí convencida de ir en busca de esa maravilla de la que tanto me habló. Desayunamos juntos en mi casa y se marchó para hablarme dos horas más tarde diciendo que vendría por mí para ir en busca del tesoro, y si una vez mirándolo me negaba a traerlo a mi casa, entonces ya ni modo. Llegamos a Valle Verde y encontramos un excelente lugar para estacionarnos. Casi de prisa me condujo a la tienda donde podría ver cara a cara ese hallazgo. En efecto, ahí, en medio de los triques y el polvo, brillando con su propia luz, estaba un mueble con el que cualquiera puede soña

¿Cuántos faltan?

El primero fue mi padre. Luego una tía de mis hijos y después mi hermano. Ayer me habló Elsie del DF para avisarme que Karen murió recién el día 20. Hoy por la mañana, otra tía de mis hijos... Karen tenía 47 años y cáncer, además de dos hijas. La conocí cuando ella y Elsie eran novias de sus respectivos. Salíamos en parejas y recuerdo bien que Karen en un fin de semana en que fuimos a la casa de Tequesquitengo con la familia de Jos, su novio, estuvo en la alberca con Mauricio mi hijo enseñándole que podía flotar ahí también porque él tenía la creencia de que sólo flotaba en la alberca donde estudiaba natación. En ese tiempo me impresionaba que ella intentaba dejar de fumar y para ello llevaba un riguroso récord para, reloj en mano, fumar "solamente" un cigarrillo cada 30 minutos, y ni siquiera a la alberca se metía sin el cigarrillo en la boca... No puedo más que seguir pensando en que no tenemos la vida comprada y que debemos apresurarnos a entender que hay que hacer lo que

La palabra nueva

Antes de irme a dormir he visitado el sitio de Pat, que puso unos poemas para niños, y recordé el texto que ahora comparto, que es de Luis Carlos Flores Mateos, de quien no sé nada porque en su libro "Para los niños ajenos", que compré en 1972, no se aporta ningún dato al respecto. En los talleres para niños con los que trabajo, me gusta contarles este poema que los intriga y sorprende: El título es el del principio. Mi mamá dice que tiene congoja. Congoja, con-go-ja... ¿Será un pastel? Con-go-ja...Sí, ha de ser algo como las jericallas de Chonita. ¿Quién se la habrá traído? Seguramente mi hermana, que llegó ayer muy noche,,, Con-go-ja... La habrán guardado en el aparador, con llave, como el chocolate, el azúcar y las rajas de canela. ¿Me arán antes una probadita a ver si me gusta? Congoja, congoja... Temblará como los faanes y será...¿de qué color será? ¿Amarilla? No... Congoja... hoja... ¡Verde! Eso es: ¡verde! Pues claro: congoja, hoja, y olerá como las hojas de naranjo pa

Pérdida de sueño o perdida de sueño...

Anoche me invitó Paola a ir a ver el espectáculo de los comediantes que vinieron al Festival de Octubre del que ya he hablado. Yadi me hizo favor de pasar por mí y nos lanzamos. Estuvo divertido aunque la última parte resultó bastante acartonada debido a que los chistes ya eran viejos. Pero creo que la energía de la risa me dejó con mucha chispa y se me fue el sueño. No tenía ganas de ver tele ni de leer de manera que me puse a experimentar con mis pinceles, que hace rato que están abandonados. Como siempre, me "metí" al cuadro. Poco a poco sus caminos me fueron atrapando, fui entendiendo el dictado de los colores, los cambios, qué quitar y qué poner... y en ésas anduve hasta que noté que temblaba: hacía frío. Cerré la ventana del estudio y seguí otro rato. Pero el frío no se me quitó y pensé que quizá era hora de terminar. Comencé la tarea más ardua: limpiar y guardar. Gradualmente me voy despegando del cuadro,, voy entrando a la otra realidad, la que indica que hace frío y

Se abrió mi estrella

Disfrútenla, es flor de un día! Toda vía esta mañana estaba cerrada.

La vida, la vida

Como saben, la vida siempre busca el modo de estar presente, de seguir, de no agotarse. En el caso de las plantas, lo vemos con frecuencia cuando por más agua que les falte, siempre conservan algún brotecito, pobremente nutrido apenas con la humedad del ambiente. Esta vez que estuve en Huajuapan, Alicia mi anfitriona me convidó unos piecitos de varios de sus cactus. Entre los que había en su casa vi uno que a ella le fascina por las flores que da. Me dijo que eran unas flores hermosas y luego pude ver que el cactus comenzó a florear. Claro que me lo traje en una botella vacía de agua entre las cosas de la maleta sin grandes esperanzas de que pegara, por el clima, por la tierra y por el maltrato durante el viaje. Pero siempre me he llevado bien con las plantitas y en cuanto lo sembré se recuperó y siguió creciendo. Hasta el punto en el que, para mi asombro, está floreando. Como se ve en la foto, tiene una gran ampolla que está a punto de convertirse en una flor estrellada, que ya verán

Bodegón de Sofía

Clase de hoy

Serenata

Corre la luna al centro de la noche corro por algodones y perfumes. Un pulso me demarca el territorio azul de tu morada. Tiembla la gota de canción sobre violines y en el pecho un pozo donde canta la luz.

Casa del sueño

Esta es la nueva era parida con la rotura gigantesca de una vida quemada por el rayo. Es la nueva canción entre las venas adormcida tímida calma de pera verde entre los huertos. Nueva morada, nueva casa ato de luz en el umbral clavel rosado encima de la mesa jaula sin pájaros, sólo alas. Casa que vuela por las noches cuando la luna, cuando el sueño que apacigua el motor rumoroso de su centro donde las vidas minúscula cobran importancia, se asoman sin la amenaza de los pasos, exploran los rincones y los pisos, suben o bajan escalones averiguan si ya es profundo el sueño de quien duerme, propinan el pinchazo gota de sangre que garantice un poco más de vida y terminó la madrugada los gallos rompen la noche a picotazos y se asoma la mañana. Velos de luz le dan fisonomía a las cosas, los objetos recobran su sentido y en la cama esa mujer a punto de dejar los sueños, la calidez de las mantas que la arropan, las horas en que fue a otros mundos. Se le tensan poco a poco los músculos se recobra

Qué cerca está la muerte

Claro, ya lo sabemos pero tendemos a creer que quizá esté más cerca de otros que de nosotros. Esto viene a reflexión porque anoche me llamó Mauricio mi hijo impresionado porque resulta que en el trabajo él viaja con mucha frecuencia a Querétaro, y cantidd de veces lo hacía acompañado de uno de sus colegas. El caso es que la última vez -ayer o antier- su amigo se fue solo, desconozco la razón por la que no fue Mauricio. Pero a cierta hora de la tarde llamaron de un hospital de Querétaro para informar que el compañero se había accidentado y se encontravba aparentemente grave, en el lugar. Lo primero que hice fue dar gracias por mi hijo, y en seguida,, como se lo dije a él, pedir por el otro muchacho. "Hay que estar en oración", y me contestó que por eso me llamaba, para que con mis "buenas conexiones" -según él- pidiéramos por la salud del joven y la tranquilidad de su familia. Por eso me recuerdo lo cerca que tenemos a la muerte. Porque bien podría haber sido yo la d

Casi nueva

Sí, después de la reacción de mi cuerpo la semana pasada, ahora me siento energizada y optimista, y al decir de Iris, "he vulto a ser yo". Ahora estoy tomando unas gotitas de lo de las flores de Bach y veré cómo resultan. Revoloteando mis papeles en busca de unos documentos, encontré un puñado de poemas que alguna vez me dedicó un poeta y que tiene largo tiempo que no había vuelto a leer. Para documentar mi vanidad, darme ánimos ahora que las añoranzas y melancolías me rondan con la llegada del otoño y el presagio del invierno, compartiré el poema que esta mañana me levantó más el ánimo: XIX (HOYUELOS) Si cuando amaneces ya no sientes este abrazo, ni los besos en los hombros orillados o en tu cuello. Si ya no te das ese minuto para recibirme, si tus camanances no me dan esa sonrisa detrás de los rayos que el sol coló entre la cortina y que no son sino mis dedos y el latido que roban de la aurora. Si pones más distancia a la distancia, es demasiado inhumano tu castigo a quie

Consecuencias del reiki

Mañana hace una semana que fui a una sesión de reiki con una chica que me recomendó Merino. Nunca había ido a ninguna y de hecho, ignoraba yo en qué consiste. Llegamos a una casa pequeña muy agradable, con atmósfera de paz, música y vistas aéreas de paisajes irlandeses en una pantalla de televisión. Pasé primero y se me indicó recostarme en la camilla de masajes. Había una música de tipo orienta, al parecer especial para inducir la relajación. Luego de practicar algunas respiraciones profundas se me pidió cerrar los ojos y así estuve durante 90 minutos, excepto que en algún momento me tuve que voltear boca abajo en la camilla. Al terminar, la master reiki hizo referencia a mis padecimientos, algunos de los cuales ya tenía yo identificados, y la manera como me estaba "alineando". Dijo que probablemente me sentiría cansada en las próximas horas, o tendría un poco de diarrea o quizá me diera gripa. Al día siguiente cuando desperté fue como si en la noche hubiera yo tomado pasti

2 de octubre no se olvida

He recibido de mi querido amigo Óscar Wong este recordatorio poético sobre la tragedia que nos pesará siempre, y lo comparto a manera de homenaje a los caídos y en conmemoración de una fecha que no podemos olvidar. Mi madre cuenta Mi madre cuenta que nací hambriento; era rechoncho y colorado (dice); tenía una cuna heredada de otros niños -mis hermanos- y por eso tengo la sangre de colores. “Naciste hace más de veinte años, atormentado, predispuesto”. Pero miente, mi madre miente, porque yo nací “... un día que Dios estuvo enfermo, grave”, nací una tarde descubierta entre gritos y otras cosas que me duelen: Tlatelolco, dos de octubre. Óscar Wong (De su primer poemario He brotado raíces, Edit. Katún, Méx., 1982, p, 13)