Ir al contenido principal

Caminata en el DF

Lo primero: Los estudios de esta semana que se practicaron a Paola en el Instituto de Neurología indican que todo marcha bien, según las palabras de la doctura Cárdenas. Cuando vimos las imágenes de la resonancia nos quedamos pasmadas, pues como en marzo estaban casi igual que las de noviembre, no esperàbamos gran cambio, pero calculo que los bichos han desaparecido en un noventa por ciento, así que estamos verdaderamente de plácemes y agradecidas con Dios y con todas y todos los que nos han acompañado en este viacrucis que parece que va teniendo un final feliz.

A la salida del hospital, como tardamos mucho en conseguir la ficha para el mes de febrero, que viene a consulta, comimos ahí en la cafetería -mientras nos enterábamos del secuestro de un avión de Aeroméxico en el aeropuerto de esta ciudad- y no pudimos llegar a comer a casa de Coquito, que nos esperaba.
En cambio caminamos de la parada Altavista del metrobús al teatro Helénico en Revolución, a comprar boletos para el viernes, y Paola hizo el descubrimiento de una capilla gótica, mero en ese lugar. No tenía yo idea de que tal estilo estuviera representado en esta ciudad; estaban montando una exposición pero amablemente nos permitieron conocer el interior cuando dijimos que no somos de aquí. Siempre la calidez y cordialidad de los capitalinos me conmueve, no me canso de decirlo.
Claro que me quedé con la boca abierta al ver el espacio con sus arcos característicos y más cuando observé que había un cuadro de Murillo, nada menos que el que denominamos Virgen de la Luna, que siempre compro en postales para regalar porque es hermoso, y jamás tuve la más remota idea de que tal obra se encuentra en la capital de mi país, bastante escondida por cierto.
No permiten tomar fotos, de modo que tendrán que imaginar esa belleza. Nos contaron que la capilla fue traída de Europa por un señor Jáuregui y que en tiempos de López Portillo, le fue confiscada porque debía mucho predial. Carmen Romano y Margarita López Portillo hicieron que tal propiedad quedara en manos de un obispo, y cuando murió, la propiedad pasó a manos de un consejo integrado por varias personas.
Actualmente ahí se dan conciertos de música de cámara y se hacen exposiciones privadas.

Comentarios

Lo que más te gustó

Poema para los niños migrantes

Para los niños migrantes Temprano te salieron alas y esparces la ceniza de un vuelo inesperado. Vuelas hacia una tierra prometida que no existe , donde leche ni miel encontrarás. Encerrarán tu vuelo en jaulas y el miedo que aprendiste a dejar lejos regresará a morderte por las noches. Ningún río te besará con agua fresca, ninguna señal de la cruz sobre tu frente te va a guardar de la amargura. Somos testigos de la decapitación de tu infancia, de tu niñez hoy preñada de dolor, de pies cansados y ojos secos. Que la vergüenza nos cubra cada que te preguntes o que pidas, que el corazón nos duela hasta que tengas alas con vuelo renacido.

Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad

Recordando la vieja máquina de escribir...

Estoy fascinada porque un amigo me puso un programita en mi compu que hace que cuando escribo mis importantísimos asuntos, mi teclado suene como máquina de escribir... Es que recuerdo aquellos tiempos en los que las colegiaturas de mis hijos y nuestra manutención dependían de la velocidad y ritmo de ese mágico sonido... En esta foto, la imagen de la primera máquina eléctrica que me tocó usar, cuando llegué a la ciudad de México a trabajar en el Instituto de Ingeniería de la UNAM. Un tiempo después ésta fue mi favorita, la máquina de esfera, porque le podía cambiar los tipos de letra y hasta el color de la tinta porque había cintas de color sepia. Se me descomponía con frecuencia hasta que el técnico descubrió que yo era demasiado rápida al escribir y se trababa la esfera, já já. Además de trabajar en una institución, ponía anuncios en el periódico para mecanografiar trabajos. Desde luego lo más socorrido eran las tesis, hice muchas pero además me tocó hacer el directorio