Ir al contenido principal

¿Últimos pinchazos?





Muy de mañana llegó Sandra con mi sobrino César al departamento. Salimos a desayunar al mercado, colorido y perfumado porque estaban los puestos de flores. Tuve la intención de comprar nardos para perfumar la casa pero al regreso lo olvidé.
Ya en casa conversamos un rato para ponernos al corriente y finalmente emprendimos la salida rumbo al hospital. Llegamos a modo de comer en la cafetería, que tiene buena cocina y barata.
Entre tanto recibí mensajes de Pablita solicitando montones de golosinas... ya estamos preocupados pero como dije, será cuando salga de alta del hospital que veremos de convencerla de dejarlas.
El trayecto en el transporte fue diferente porque ignoro la razón pero había menos gente en el metro. Aunque ya en el metrobús sí hubo bolas y montones. Lo que me llama la atención ahí es que los hombres siempre ceden sus asientos a las señoras. Creo que esta ciudad es más civilizada de lo que la televisión -ya lo sabemos- deja ver.
Sandra llevó para Paola dulces regionales que espero no se hayan terminado para hoy.

Este medio día iremos a casa de Coquito a comer, como siempre, y ahí estará el Cosa esperándonos para ir al hospital para que al fin pueda ver en persona a su ahijadasobrina.
Tengo la sensación de que este día está más frío que los demás. Por suerte mi tía Tere también me mandó, entre otras cosas, un hermoso rebozo de lana que perteneció a su mamá y ahora tengo por herencia, delicioso y calientito.
El reporte médico indica lo mismo: Paola está en observación pero hasta ahora, el reciente Dopler indica que YA NO HAY INFLAMACIÓN, lo que nos lleva directamente a que siga recibiendo completa la dosis de medicamento y disminuya la de esteroides para ver si a partir del lunes le quitan sonda y comienza ya a tomar pastillas para su tratamiento ambulatorio...
¡Crucemos los dedos!

Comentarios

Lo que más te gustó

Poema para los niños migrantes

Para los niños migrantes Temprano te salieron alas y esparces la ceniza de un vuelo inesperado. Vuelas hacia una tierra prometida que no existe , donde leche ni miel encontrarás. Encerrarán tu vuelo en jaulas y el miedo que aprendiste a dejar lejos regresará a morderte por las noches. Ningún río te besará con agua fresca, ninguna señal de la cruz sobre tu frente te va a guardar de la amargura. Somos testigos de la decapitación de tu infancia, de tu niñez hoy preñada de dolor, de pies cansados y ojos secos. Que la vergüenza nos cubra cada que te preguntes o que pidas, que el corazón nos duela hasta que tengas alas con vuelo renacido.

Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad

Recordando la vieja máquina de escribir...

Estoy fascinada porque un amigo me puso un programita en mi compu que hace que cuando escribo mis importantísimos asuntos, mi teclado suene como máquina de escribir... Es que recuerdo aquellos tiempos en los que las colegiaturas de mis hijos y nuestra manutención dependían de la velocidad y ritmo de ese mágico sonido... En esta foto, la imagen de la primera máquina eléctrica que me tocó usar, cuando llegué a la ciudad de México a trabajar en el Instituto de Ingeniería de la UNAM. Un tiempo después ésta fue mi favorita, la máquina de esfera, porque le podía cambiar los tipos de letra y hasta el color de la tinta porque había cintas de color sepia. Se me descomponía con frecuencia hasta que el técnico descubrió que yo era demasiado rápida al escribir y se trababa la esfera, já já. Además de trabajar en una institución, ponía anuncios en el periódico para mecanografiar trabajos. Desde luego lo más socorrido eran las tesis, hice muchas pero además me tocó hacer el directorio