Las diré después. Por lo pronto Paola hoy quedó más adolorida por la punción, y espero que no le impida pasar buena la noche. El hambre que le provocan los medicamentos es impresionante y entre las galletas y los esteroides va recuperando su aspecto de adolescente. Las noticias del médico: no hay reporte de infectología con respecto al BAAR gástrico aún, mañana le hacen el Dopler y hoy le hicieron radiografía.Sigue la dosis completa de medicamentos.
Su ánimo está muy bien, insisto en que es valiente y está al tanto de lo que tiene que soportar mientras buscamos recuperar su salud. Le duelen mucho las venas.
Lo que no he dicho antes es acerca de esa comunidad que son las personas que tienen a un familiar hospitalizado en este instituto: se convierten en una fraternidad en la que todos apoyan a todos: quien tiene manera de transportarse traslada a quienes no; comparten cobijas cuando pasan la noche sentados en una silla prácticamente a la intemperie; comparten la comida y el agua para tomar, y si algún familiar no llega a tiempo, alguien de todos modos visitará a su paciente.
Me impresiona y me deja con un nudo en la garganta ver hasta qué punto somos iguales los seres humanos. La verdad es que todo esto, como tantas otras cosas que he vivido, me siguen dando oportunidad, como he dicho antes, de mantener mi optimismo y mi fe en la humanidad. Este calor que se percibe de la gente ante nuestro dolor, ante el miedo de no conocer el futuro de nuestros seres queridos, esta calidez que se transmite por medio de sus voces, apretones de manos, buenos deseos, son joyas raramente vistas porque fuera de ese lugar, en donde vive cada uno, la vida está llena de superficialidades, para qué mentir.
Ahora que he tenido el apoyo, las oraciones, las llamadas, cartas, correos y tantísimos buenos deseos de amigos, conocidos, taxistas, desconocidos, no puedo sino agradecer esas bondades. Y sigo esperando, en su momento, demostrar que soy merecedora de todo eso.
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