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Desesperada



Este fue otro de esos días pesados en los que Paola lo único que quiere saber es que la van a dar de alta... Qué más quisiéramos todos, ¿no es cierto?
Sin embargo los médicos han pedido que tengamos paciencia porque al parecer va para largo dado que los resultados de los cultivos son tardados.
Teníamos muchas expectativas sobre los resultados que nos mandó hoy por fax su papá de Paola pero finalmente eso no le dijo a los médicos ninguna cosa nueva y seguimos igual.
Anoche le dolió la cabeza pero pensamos que es por tensión.

Por otro lado, aún falta conseguir dos donadores de sangre que nos han pedido. La dificultad es que se tienen que presentar con previa cita, sólo de lunes a viernes y sólo a las ocho de la mañana. En una ciudad como ésta parece un requisito descabellado con el que sin embargo, no sé cómo, tendremos que cumplir. Por desgracia yo no soy aceptada como donadora, su hermano creo que sí y eso nos pone con sólo el cincuenta por ciento del problema por resolver...

Para evitar que Pablita se siga estresando la enfermera dijo que podíamos llevarle un televisor. Mis hijos no son aficionados a la tele pero quizá sirva de algo. Por lo pronto, Mauricio hoy le llevó un pequeño radio que quizá pueda darle la ilusión de compañía.

Sigo recibiendo llamadas y correos de todas partes enviando palabras de apoyo y bueos deseos. Gracias todos, gracias todas. Estamos en deuda con ustedes por el enorme corazón que tienen.

Mi amigo Fuaquín me regaló crayolas y un cuaderno para que me relaje. Aquí uno de mis ejercicios.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Liz, encuentro estpenda la idea de un televisor. La mente a veces, es nuestra peor enemiga, el pensamiento es tan fuerte, deja que se relaje y piense en cualquier tontera que no sea su estadía allí. Y tu, tranquila mi niña, deja que el tiempo no te amarre las manos, debes ser una brisa fresca en la que ella pueda relajarse.
Un abrazo

Lo que más te gustó

Poema para los niños migrantes

Para los niños migrantes Temprano te salieron alas y esparces la ceniza de un vuelo inesperado. Vuelas hacia una tierra prometida que no existe , donde leche ni miel encontrarás. Encerrarán tu vuelo en jaulas y el miedo que aprendiste a dejar lejos regresará a morderte por las noches. Ningún río te besará con agua fresca, ninguna señal de la cruz sobre tu frente te va a guardar de la amargura. Somos testigos de la decapitación de tu infancia, de tu niñez hoy preñada de dolor, de pies cansados y ojos secos. Que la vergüenza nos cubra cada que te preguntes o que pidas, que el corazón nos duela hasta que tengas alas con vuelo renacido.

Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad

Recordando la vieja máquina de escribir...

Estoy fascinada porque un amigo me puso un programita en mi compu que hace que cuando escribo mis importantísimos asuntos, mi teclado suene como máquina de escribir... Es que recuerdo aquellos tiempos en los que las colegiaturas de mis hijos y nuestra manutención dependían de la velocidad y ritmo de ese mágico sonido... En esta foto, la imagen de la primera máquina eléctrica que me tocó usar, cuando llegué a la ciudad de México a trabajar en el Instituto de Ingeniería de la UNAM. Un tiempo después ésta fue mi favorita, la máquina de esfera, porque le podía cambiar los tipos de letra y hasta el color de la tinta porque había cintas de color sepia. Se me descomponía con frecuencia hasta que el técnico descubrió que yo era demasiado rápida al escribir y se trababa la esfera, já já. Además de trabajar en una institución, ponía anuncios en el periódico para mecanografiar trabajos. Desde luego lo más socorrido eran las tesis, hice muchas pero además me tocó hacer el directorio